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El proceso de creación de una historieta es bastante complejo y varia mucho de un autor a otro. En el caso de Hergé, se trata de una progresión bastante metódica. Además, en los últimos años, se beneficia largamente de la ayuda de sus colaboradores de "Studios Hergé", especialmente de Bob de Moor. Para saber más, lea el texto "Comment naît une aventure de Tintín" en Le Musée imaginaire de Tintin y también Hergé et les Bigotudos de Philippe Goddin, ambos en ediciones Casterman.
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El pasado a limpio
La lámina a lápiz obtenida incluía a todos los personajes, pero los decorados y ambientación no estaban más que ligeramente esbozados. En ese momento, los colaboradores de Hergé entraban en juego y se encargaban de dibujar los vehículos, los paisajes, los uniformes, etc., respetando en lo posible el estilo general. Una vez más, la veracidad obligaba. Hergé y sus colaboradores no dudaban en ir a los lugares reales de la escena para tomar croquis y fotos. Cuando todo estaba completado, se preparaba la lámina para su puesta a limpio, con plumilla y tinta china. Mientras tanto, los diálogos eran revisados y corregidos, el número de letras y signos contados y los bocadillos dibujados. Tras una última verificación, las láminas se enviaban al fotograbador.
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El color y los diálogos
Poco después, el estudio recibía una serie de pruebas fotográficas del formato de publicación. Las que eran destinadas al coloreado estaban hechas en tono azul-gris, acompañadas de un negativo de la lámina en blanco y negro. El proceso del color era realizado por los colaboradores de Hergé, que utilizaban, según el caso, acuarela o pintura a la aguada. Un trazo característico de Hergé eran los colores lisos, sin gamas, lo que -según él- daba más legibilidad y frescura. En cuanto a los diálogos, eran dibujados por un especialista de acuerdo a una prueba especial en cada una de las traducciones extranjeras. Las onomatopeyas, generalmente, eran dibujadas por uno de sus ayudantes.
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